Las operaciones de seguridad con Nigeria son útiles, pero no abordan las causas profundas del crimen organizado en la región de Maradi. La mayor parte de la atención internacional sobre Níger se centra en el conflicto de Boko Haram en el este del país (región de Diffa) y en la crisis de Liptako-Gourma en su oeste (regiones de Tillabéri y Tahoua). Pero la región de Maradi, a lo largo de la frontera sur-central de Níger con Nigeria, se está convirtiendo en otro punto caliente que podría poner a prueba los esfuerzos nacionales para frenar la inseguridad. Desde 2017, Maradi se ha visto afectada por la expansión del bandolerismo organizado y violento procedente de la vecina Nigeria noroccidental, donde proliferan el robo de ganado y los secuestros para pedir rescate. Los delincuentes armados que operan desde los estados nigerianos de Sokoto, Zamfara y Katsina cruzan la frontera por la noche en motocicletas para atacar a los lugareños antes de retirarse a zonas boscosas y al bosque de Baban Rafi, a caballo entre los dos países.