Zimbabue

Antes de la llegada de la pandemia actual, se esperaba que el PIB creciera en 2020 al 4.6% y aumentara un punto porcentual para el siguiente año. Asimismo, se esperaba una recuperación en la agricultura y la minería, respaldada por una mayor inversión y bien focalizada. Pero con el panorama actual, se espera que la producción disminuya en ambos sectores, en gran parte debido al brote de la pandemia y los shocks asociados, además de las acciones políticas para limitar la propagación. Como resultado, se proyecta que la economía se contraiga en 2020 entre un 7.5% y un 8.5%, con modestas recuperaciones en 2021. Se prevé que el déficit fiscal permanezca sobre el 5% debido a los efectos negativos de las medidas de desgravación fiscal y la débil actividad comercial. A pesar de la política monetaria acomodaticia para aliviar las restricciones de liquidez del mercado, el efecto será compensado por deficiencias estructurales de arrastre como la escasez de divisa y la falta de confianza sobre la moneda local, por lo que para 2020 se prevé una inflación promedio del 217%, amplificada por los shocks inducidos por el COVID-19. Por otro lado, el deterioro del equilibrio comercial y la cuenta de ingresos secundarios empujará la cuenta corriente a un territorio deficitario del 2.0% del PIB.

La regeneración de la sociedad civil y el compromiso con los actores políticos en un contrato social positivo se esperaba que acelerara las reformas antes de la pandemia. Grandes recursos naturales, una infraestructura pública bastante buena y una fuerza laboral cualificada le otorgan al país la oportunidad de unirse a las cadenas de suministro en África y aumentar el comercio en el Área de Libre Comercio Continental Africano.

Antes de la crisis de liquidez sufrida por el país en 2015 la apertura comercial de Zimbabue era muy grande. A partir de entonces, las restricciones a las importaciones junto a la pérdida de reservas y la volatilidad del precio internacional de algunos de sus productos, tanto las exportaciones como las importaciones se han visto reducidas. Sudáfrica es, con diferencia, el principal socio comercial del país. El segundo proveedor del país es Singapur, seguido de China y Zambia. En relación con las exportaciones, después de Sudáfrica los principales destinos son Mozambique y Emiratos Árabes Unidos. Las exportaciones del país están poco diversificadas, pues las piedras preciosas incluyendo diamantes y oro además del tabaco, constituyen casi el 75% de sus exportaciones. En cuanto a las importaciones, destacan la gasolina, los cereales, la maquinaria eléctrica y mecánica y los vehículos. 

En cuanto a desafíos, la insostenibilidad de la alta deuda, los altos déficits fiscales, la escasez de efectivo y de divisas y la escasez persistente de bienes esenciales están obstaculizando una recuperación económica significativa, ahora empeorada por la crisis del COVID-19. El gasto en desarrollo y la provisión de servicios sociales continúan siendo limitados. A medida que el dólar de Zimbabue se deprecie, los acreedores locales pierden el valor de sus préstamos y pagos de bienes y servicios al gobierno, y el servicio de la deuda externa se vuelve más insostenible. A su vez, esta espiral descendente de la economía alimenta el desempleo y la pobreza. Se le suma la falta de financiación, los altos costes de insumos, maquinaria obsoleta e infraestructura inadecuada (especialmente en la energía), el limitado progreso en la reforma agraria y la relajación de las regulaciones de inversión como desafíos clave para el desarrollo del sector privado. Se necesitan muchos años de inversión para una modesta recuperación de infraestructura.

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No existe oficina comercial del ICEX en Zimbabue, por lo que aquellos que estén interesados en invertir deberán dirigirse a la Oficina Económica y Comercial de la Embajada Española en Johannesburgo.

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Fuentes: African Economic Outlook y Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación

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