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ESPECIAL -- GOLPE DE ESTADO EN MALI
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La periodista Beatriz Mesa, corresponsal de la COPE en Marruecos y profesora universitaria especializada en el Sahel, escribe en Esglobal un artículo titulado “El dulce golpe de Estado de Mali, ¿Por qué ahora?. “Bamako busca una mayor presencia en los asuntos políticos y económicos de la zona norte y los insurgentes independentistas consideran que el territorio debe ser sólo gestionado por sus élites árabes y tuaregs, que han dado identidad propia a este espacio desde la independencia de Malí. Aquí es donde reside la principal fuente de inestabilidad del Sahel. Un territorio de naturaleza nómada sucumbido a luchas de poder, tráficos y otras formas de criminalidad organizada. La división territorial de facto en Malí, si bien antes se pensaba que se podría encontrar una solución para la recuperación de la zona norte, con un poder central fuerte y la colaboración de las fuerzas exteriores, esta idea en la actualidad se ha esfumado. Este país del Sahel vuelve a empezar de cero y con un contexto doméstico aún más complejo que el de 2012, que ha sido utilizado por los militares para justificar su golpe de Estado: el descontento popular ante la degradación económica, la mala gestión política o la falta de oportunidades; la pérdida territorial oficiosa del norte, la extensión de la violencia a la región central…”.
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En El País, José Naranjo disecciona en su crónica “Golpistas sobre la ola de una protesta popular en Malí” la extrema preparación con que parece haberse realizado este golpe de Estado que, además logra un doble objetivo: liquida a un presidente, IBK, con el crédito agotado y, además, neutraliza el ascenso del islamista Dicko, que empezaba a rondar el poder. “La Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao) insiste en pedir la liberación del presidente y el primer ministro e incluso que sean repuestos en sus cargos. Pese a ello, los presidentes de la región son conscientes de que si bien su primera demanda acabará lográndose, la segunda es poco menos que imposible. Una delegación de alto nivel negocia en Bamako con los golpistas cuestiones más realistas, como la hoja de ruta de la transición y quién será el hombre que lidere un proceso a la sudanesa, con el poder en manos de un consejo nacional integrado por civiles y militares, que desembocará en elecciones libres. (…) A juicio de Lori-Anne Theroux-Benoni, directora del Instituto de Estudios de Seguridad (ISS), este ha sido un golpe “bien ejecutado”. “Deja entrever que había una o varias cabezas pensantes detrás. Circulan muchos rumores sobre la connivencia de generales e incluso algunos nombres sin confirmar. Pero en todo caso no estamos hablando de amateurs, sino de personas con un profundo conocimiento de cómo funciona el Estado y la comunidad internacional”, señala.
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En Reuters, crónica sobre las últimas horas de negociación entre la Junta Civil Militar maliense y la delegación de la CEDEAO desplazada a Bamako: “Algún acuerdo, pero aún quedan cuestiones por resolver en las reuniones de los mediadores de África Occidental con los líderes del golpe de Malí”. Los mediadores del bloque regional de África Occidental llegaron a un acuerdo sobre ciertos puntos en las conversaciones con la junta militar de Malí que tienen por objeto devolver el país a un régimen civil, dijeron las partes el domingo, y añadieron que quedaban algunas cuestiones pendientes. Las negociaciones continuarán el lunes, dijeron los miembros de ambas delegaciones a los periodistas en Bamako. Los líderes de la junta militar encabezada por el coronel Assimi Goita y los mediadores del bloque regional de África Occidental liderado por el ex presidente de Nigeria, Goodluck Jonathan, se reunieron a puerta cerrada todo el domingo.
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En Bloomberg, ‘Los líderes de África del Oeste suavizan la exigencia del retorno del presidente”. Es posible que los líderes de África Occidental ya no presionen para que el Presidente de Malí, Ibrahim Boubacar Keita, vuelva a ocupar su cargo después de una primera fase de conversaciones con la junta militar que tomó el control del país días antes, dijo un funcionario. La postura más suave viene después de que la Comunidad Económica de Estados de África Occidental dijera el jueves que buscaría el restablecimiento de Keita. La delegación del bloque regional, encabezada por el ex presidente nigeriano Goodluck Jonathan, llegó a Bamako el sábado por la tarde para las conversaciones inicialmente destinadas a revertir el golpe. La junta militar presentó a esa delegación una hoja de ruta que mostraba que un nuevo presidente sería elegido democráticamente en el plazo de un año, dijo la persona que se negó a ser identificada porque no está autorizada a hablar públicamente sobre el asunto. También en Bloomberg, un quién es quién en la crisis maliense, con perfiles de todos los protagonistas (IBK, el imam Dicko, el coronel Assimi Goita…).
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El Washington Post cuenta también que los líderes de África Occidental que visitaron Mali presionaron este domingo para que se liberara al presidente depuesto Ibrahim Boubacar Keita, en medio de las crecientes especulaciones de que podría ser expulsado del país después de que miles de personas mostraran su apoyo al golpe militar que lo derrocó.
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En la Cadena SER, un reportaje sobre “África, el nuevo espacio del terrorismo yihadista”. Con más de 4.000 ataques terroristas, 2020 está siendo el año más violento en la última década. Un artículo con las opiniones de tres expertos españoles en la región: Pilar Rangel, Juan José Mora y José Luengo-Cabrera. “Preocupa, sobre todo, la zona del Sahel. Precisamente otro de esos elementos es el golpe de estado en Mali del pasado martes. Un grupo de militares decidió tomar el poder y encarceló a varios cargos del gobierno, incluido el presidente, que dimitió esa misma tarde. La comunidad internacional ya ha condenado el golpe, mientras los militares proclamaban su intención de convocar unas elecciones de las que no se ha vuelto a hablar. Pero más allá de las circunstancias, esto puede ser otro impulso para los grupos yihadistas. Porque, recordemos, la frontera de Mali, Burkina Faso y Níger es el epicentro del terrorismo yihadista. “Es una nueva debilidad que van a aprovechar estas bandas. Porque, como dijo el representante de la Unión Europea en el Sahel, Ángel Losada, no habrá paz en el Sahel si no hay paz en Mali”.
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El think tank ISS expone su perspectiva sobre el golpe: “La toma de posesión militar de Mali pone las protestas populares en el punto de mira”. Cansados de la mala gobernanza y la corrupción, los ciudadanos de Malí esperan que las protestas produzcan un cambio político. “Las tendencias actuales sugieren que las protestas populares serán aún más regulares en el disputado espacio sociopolítico de África. Con las proyecciones de que COVID-19 agravará los niveles de pobreza y desempleo, los gobiernos que parezcan tener un bajo rendimiento mientras la corrupción siga siendo moneda corriente seguirán experimentando levantamientos. Las protestas populares son un síntoma de un déficit de gobernanza más profundo. Parte de la solución radica en una aplicación holística y no selectiva de las normas africanas sobre democracia y buena gobernanza, que no puede limitarse a reprender los cambios inconstitucionales de gobierno y permitir al mismo tiempo que prosperen otras violaciones y excesos. Malí ha entrado en un período de incertidumbre política. Los acuerdos de transición deben negociarse cuidadosamente para preservar cierta estabilidad en el frágil aparato de seguridad que ha estado luchando contra el extremismo violento. El éxito de esta transición actual determinará el futuro de Malí como país.
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El think tank Crisis Group analiza el golpe de Estado en este artículo titulado ‘Mali: deshacer el golpe sin retroceder’. “Esta crisis parece ser el resultado de un profundo y recurrente descontento con un Estado maliense disfuncional y corrupto que es incapaz de hacer frente a la multitud de desafíos que enfrenta este país, uno de los más pobres del mundo. Las graves tensiones en materia de seguridad en el país, caracterizadas por la presencia de movimientos armados autonomistas, insurgentes yihadistas y grupos de autodefensa de base comunitaria, son en realidad sólo el síntoma de una crisis que toca el corazón de la democracia maliense. (…) Si la comunidad internacional impone el restablecimiento del presidente, esto podría dar lugar a importantes movimientos de resistencia no sólo de los militares bien armados, sino también de los movimientos de la sociedad civil que se han movilizado en las calles para exigir su salida. Por encima de todo, el país necesita una gobernanza que propicie reformas reales, en particular la consolidación de las finanzas públicas y la redistribución efectiva de los servicios del Estado en todo el país. En otras palabras, los malienses y sus socios también podrían convertir este inaceptable golpe militar en una oportunidad para pasar la página de un status quo que ha sumido al país en una profunda crisis política y de seguridad.
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El africanista Ferran Iniesta reflexiona a cuenta del golpe de estado en su blog, en catalán, sobre el ejército de Mali, que considera una rémora esclavista y colonial.
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En The Guardian, un artículo de opinión que firma Rahmane Idrissa : “El golpe de Estado en Malí es un signo ominoso para el África occidental francófona”.” A diferencia del África central francófona, donde las dictaduras permanecen firmemente establecidas, el África occidental francófona se democratizó en gran medida en el decenio de 1990 (el Togo es la excepción). Pero los principales políticos se esfuerzan por engañar a la historia saboteando la democracia desde dentro. A pesar de los repetidos golpes de Estado y las insurrecciones populares que se derivan directamente de su comportamiento, vuelven a violar las normas democráticas de manera fiable. Esto se muestra especialmente en los procesos electorales. Recientemente, el presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, declaró su intención de romper la norma constitucional del límite de dos mandatos y ser candidato a su propia sucesión el próximo mes de octubre. En Guinea, el presidente, Alpha Condé, se ha comprometido a seguir un camino similar. Si el nigeriano Mahamadou Issoufou, tal vez habiendo aprendido del destino de su predecesor, Mamadou Tandja (destituido por un golpe de estado del ejército similar al actual en Malí), se ha comprometido a no romper la regla del límite de mandatos, ha alterado las normas electorales con el efecto de marginar a la oposición. La excepción en este momento es Roch Marc Christian Kaboré, presidente de Burkina Faso y beneficiario de una insurrección que derribó a su predecesor que rompió las reglas.