Mensaje de estado
In development mode.15 años de Casa África (y II)
Acto del programa "Enseñar África" en nuestro patio central
José Segura Clavell
Director general de Casa África
Viernes, 11 de noviembre de 2021
La semana pasada les hice partícipes de la reflexión que estamos realizando en Casa África a raíz de nuestro 15º aniversario. Pensamos que es fundamental valorar lo que se ha hecho hasta ahora para poder tener un contexto y un marco de lo que es y ha sido esta institución y proyectarnos hacia el futuro.
En el artículo de hoy quiero mirar hacia delante, en un ejercicio de prospectiva sobre lo que entendemos que debería ser, y qué papel podría y debería jugar esta institución de diplomacia pública española ubicada en Las Palmas de Gran Canaria y que tiene la misión de crear conocimiento y redes de contacto entre España y África subsahariana.
Su primer director general, el diplomático Alfonso Ortiz, siempre decía que Canarias era la mejor ‘Casa de África’ en España, ya que la cercanía y el afecto histórico y cultural de nuestra tierra con el continente vecino la convertían en la plataforma perfecta para ubicar la institución. Y en esa misma época, en 2007, los diplomáticos africanos asistentes a la inauguración celebraban la iniciativa, pero reclamaban que nuestro país trabajase en “un cambio de mentalidad”, en redibujar la manera en que nuestra sociedad mira el continente. En ese empeño, como les decía, llevamos 15 años y 4.500 actividades.
África es un continente enorme, con 1.300 millones de habitantes y con unas proyecciones demográficas de vértigo. En los próximos 27 años, hasta 2050, su población se doblará hasta alcanzar los 2.500 millones de habitantes. El dato, por un lado, nos indica que como vecinos, España y las Islas Canarias deben poder sacar partido y aprovechar realmente el potencial de tener tan cerca un mercado tan enorme con el que generar sinergias, alianzas y posibilidades de negocio e inversión para nuestras empresas.
Junto al potencial de estos datos existe también una realidad que no podemos obviar. La brecha en el desarrollo que existe entre buena parte del continente africano y nuestro país es enorme y, además, en estos momentos existe una serie de factores (cambio climático, inseguridad y violencia sociopolítica, auge de los extremismos, inflación galopante) que ponen en riesgo el desarrollo africano. Esta realidad no solo merma el potencial del continente, que es riquísimo en recursos (comprendidos los humanos), sino que se convierten en elementos de riesgo para nosotros bajo el simple prisma de que cuanto mejor le vaya a nuestros vecinos mejor nos irá a nosotros, y al revés.
Ante este escenario, en un continente cuya superficie supera los 30 millones de kilómetros cuadrados (en la que cabría nuestro país, España, unas 60 veces), es lógico preguntarse qué papel puede jugar una pequeña institución de diplomacia pública con un equipo de 20 personas basadas en las Islas Canarias. Para mí la respuesta es sencilla, y la suelo comparar a la figura de un centrocampista en un equipo de futbol: repartir juego, ser el catalizador del creciente, renovado y muy necesario interés que en nuestro país existe hacia África.
La clave es que sigamos potenciando nuestra capacidad de ser un centro de pensamiento, de generación de redes de contacto afroespañolas, de generar conocimiento sobre África en todo nuestro país a través de la educación, la literatura, la música, las ideas…
La apuesta debe pasar por centrar los esfuerzos en temáticas concretas. ¿Y cuáles son a nuestro entender los tres grandes campos en los que podemos realmente ejercer ese rol de catalizadores? Cambio climático, mujer y migraciones. Creemos que estas tres cuestiones son centrales en nuestro mundo actual, en nuestra relación con África, y deben ser ese hilo que atraviese todo nuestro trabajo.
Respecto al cambio climático, somos radicales ante la emergencia que se está comiendo las costas, contaminando cielos y tierras, arrasando con vidas. Hemos ofrecido Casa África como el punto desde el que engarzar con África todo el esfuerzo que está ofreciendo el Gobierno de España en materia de lucha contra la desertificación y sequía. Nuestro presidente, Pedro Sánchez, anunció esta pasada semana junto al presidente de Senegal una Alianza Internacional de Resiliencia contra la Sequía a la que ya se han sumado 29 países.
En migraciones, seguiremos luchando para que en España no proliferen el racismo y el discurso de odio, para que fomentemos una convivencia necesaria y que entendamos que el fenómeno migratorio (y digo fenómeno, no problema) es estructural y que formará parte de nuestra realidad durante los próximos, muchos, años. El empeño debe centrarse en evitar muertes en el mar, por un lado, y en fomentar vías legales y seguras que nos permitan tanto incorporar trabajadores a nuestro mercado de trabajo como ser solidarios y humanos con las personas que llegan.
Y en el área de la mujer, Casa África debe seguir en la línea de visibilizar su auge, de hacer entender que las mujeres son clave en el continente, que deben estar y situarse en el centro real de la toma de decisiones y mirar el mundo con sus ojos.
Estamos convencidos de que somos el lugar ideal para ejercer de laboratorio que se puedan avanzar propuestas bien pensadas y valientes en todas estas cuestiones. El lugar de Casa África está en el engarce entre sociedades civiles y gobiernos de una y otra orilla, como un eslabón en el que se generen ideas, se reflexione, se creen propuestas de acción, se debata y se acerquen posturas.
Quiero terminar mi artículo de hoy felicitándonos porque ahora, cuando se acerca el momento de mirar adelante, nuestra institución ya ejerce como un centro de pensamiento, como una referencia imprescindible para aprender y acercarse al continente vecino. Creo que podemos afirmar que también somos inevitables para quien quiera sentirse cerca de África y los africanos, igual que se nos acercan esos africanos cuando quieren saber más de España.
Miro hacia atrás y veo mucho camino avanzado, muchos hitos, buenos y malos momentos, un legado construido con recursos limitados y muchas ganas. Miro a nuestro día de hoy con orgullo y, sobre todo, miro al futuro con optimismo y una enorme ilusión, consciente de los desafíos que llegan, pero también de nuestra capacidad y todo lo bueno que hemos construido hasta ahora.
Quiero destacar que todo lo que conseguimos se hace con un presupuesto increíblemente reducido (especialmente después de 2008, fecha en la que se aplicó un tremendo recorte a raíz de la crisis económica), circunstancia que hace que la relación coste eficacia de esta institución sea, en mi opinión, un fenómeno digno de estudio dentro de las administraciones públicas del Estado. Tiene un mérito enorme que Casa África sea capaz de hacer más de 200 actividades presenciales cada año, llegando a más de 500.000 personas en cada ejercicio, con un presupuesto que no supera, en estos momentos, los 2 millones de euros anuales, y apenas 400.000 de ellos se pueden dedicar a programar actividades. Creo que esto es fruto de la capacidad de todo el equipo de buscar alianzas, de inventar, de crear redes también entre todas las personas que en este país miran, miramos, hacia el continente.
Pensamos que es momento de que la iniciativa privada en nuestro país arrime el hombro y contribuya, como un altavoz, a que podamos llegar a más gente. Y es momento también de que las instituciones que nos sustentan comprendan que ahora, más que nunca, África ha ocupado el centro de los mapas geopolíticos del mundo.
El cierre de este artículo de hoy es un agradecimiento a quienes han sido y son parte de nuestro día a día desde hace quince años y una invitación a que nos acompañen. A que nos visiten, si no lo han hecho. A que sigan pasando por esta Casa (virtual o presencialmente), si ya son parte de nuestro público. A que nos propongan ideas, a que nos critiquen si es necesario. Todo nos sirve para mejorar y para serles útiles. También a que se apropien de la Casa, porque somos suyos, y a que nos defiendan y empujen como cosa suya también. Casa África, ante todo, pretende mirar al futuro con ustedes, con la ciudadanía, hacer más y hacerlo mejor.