Desde el mantenimiento de la paz hasta la alerta temprana y la mediación, las herramientas tradicionales no están resolviendo los conflictos prolongados. África se enfrenta a una inestabilidad generalizada. En el último año se han producido golpes de Estado en Malí, Chad, Sudán, Burkina Faso y Guinea, e intentos de derrocar gobiernos en la República Centroafricana (RCA), Etiopía y Guinea-Bissau. El extremismo violento también se ha extendido debido a la marginación política y económica de algunas comunidades, las dificultades de la transición a la democracia y la incapacidad de los gobiernos para modernizar sus sectores de defensa y seguridad. La resolución de estos conflictos violentos ha sido problemática, sobre todo por la ineficacia de los instrumentos existentes y los cambios geoestratégicos. Por ello, se está debatiendo la utilidad de las operaciones de mantenimiento y apoyo a la paz en varios países, como la República Democrática del Congo, Malí, Sudán, la RCA y Somalia.